La alergia es una reacción exagerada del organismo ante determinadas sustancias (alérgenos) que el sistema inmunológico percibe como agentes nocivos. Y el 15 por ciento de la población sufre alergia primaveral en los países desarrollados.

En esta época, coincidiendo con el ciclo reproductor de determinadas plantas, la atmósfera se carga de polen y se desencadenan las crisis.

En concreto, las ‘culpables’ son las plantas anemófilas. Éstas se sirven del viento, en lugar de los insectos, para transportar sus granos de polen y fecundar a otras a distancia.

Una planta produce miles de minúsculos granos de polen, que no se ven al dispersarse en el aire. Si llueve mucho a finales de otoño y suben las temperaturas, la polinosis es mayor y los síntomas, también.

En España hay más de diez tipos de pólenes que pueden provocar alteraciones. El que más síntomas ocasiona es el de las gramíneas. Pero la polinización de árboles como el plátano, el olivo o el olmo también provoca alergias.

Síntomas de alergia primaveral

La aparición de síntomas depende de la presencia en el aire de aquellos pólenes a los que estemos sensibilizados.

Los pólenes predominantes son diferentes en una zona u otra del país y no todas las plantas polinizan al mismo tiempo. Así que se pueden desarrollar los síntomas en meses -y lugares- distintos.

Mi madre, por ejemplo, nunca había manifestado alergia. Y en un viaje a Andalucía, acabó en urgencias a causa del olivo. Además, se puede ser alérgico a más de un tipo de polen.

Los síntomas de alergia primaveral se reconocen fácilmente. Estornudos, picor en ojos y nariz, congestión nasal y moqueo, conjuntivitis, lagrimeo o molestias a la luz.

También se pueden sufrir pitos, ahogos y crisis asmáticas. Cuando estos se agudizan, puede ser necesario ir a Urgencias.

A veces, los síntomas como los estornudos y la congestión se confunden con los de un resfriado. Y se aplican tratamientos incorrectos.

Para diferenciar ambas dolencias, ten en cuenta que los síntomas de la alergia primaveral varían de intensidad.

Se manifiestan los días soleados o cuando estamos cerca del alérgeno, mejoran cuando llueve, y se repiten en la misma época del año. Los del resfriado, en cambio, duran unos días, sin intermitencias.

Tratamiento y precauciones

En este sentido, es importante que el especialista en Alergología realice un diagnóstico y prescriba el tratamiento más adecuado.

Éste último suele consistir en una medicación con corticoides, antihistamínicos, etc. durante el período de polinización. Este tratamiento no cura la alergia primaveral, pero minimiza los síntomas.

También hay vacunas que disminuyen el grado de alergia a los pólenes, reducen la necesidad de tomar medicación y frenan la evolución de los síntomas hacia el asma bronquial.

Las personas con alergia primaveral también tienen que adoptar una serie de precauciones. La primera, conocer al polen de qué plantas y árboles son alérgicos y cuál es su época de polinización. Además, deben:

  • Permanecer en casa el tiempo que sea posible los días con mayor concentración de polénes.
  • Reducir las actividades al aire libre entre 05.00-10.00h y 19.00-22.00h, porque los niveles de polen son más elevados.
  • Mantener las ventanas cerradas durante las horas de sol y por la noche. Es mejor ventilar al atardecer.
  • En la calle, llevar mascarilla y gafas de sol.
  • A llegar a casa, ducharse y cambiarse de ropa. Tender la colada en el interior, ya que los granos de polen se pueden quedar atrapados en los tejidos.
  • Instalar filtros anti-polen en los aparatos de aire acondicionado de la vivienda y del coche. Y cambiarlos frecuentemente.
  • Viajar en coche con las ventanillas cerradas.
  • Evitar los parques y jardines, tumbarse en el césped, barrer la terraza,… Y si se tiene un jardín, no cultivar plantas que polinicen por el aire.