La nomofobia es el miedo excesivo e irracional a quedarnos sin teléfono móvil y dejar de estar conectados. Bien porque nos lo hemos dejado en casa, bien porque se ha quedado sin batería o está fuera de cobertura.

Este término procede de la expresión inglesa ‘no-mobile-phone phobia’. Y describe la ansiedad que sufrimos cuando nos percatamos de que nos hemos dejado el teléfono en casa, por ejemplo.

Nos desesperamos pensando en el número de mensajes y llamadas que nos estamos perdiendo. En la cantidad de personas que están intentando contactar con nosotros sin conseguirlo.

Desarrollo y uso de nuevas tecnologías

El avance de la nomofobia corre parejo al desarrollo y uso de las tecnologías de la información y la comunicación.

La elevada penetración de los teléfonos inteligentes, el uso de Whatsapp y la navegación por móvil están acentuando esta patología.

De hecho, el 80% de los españoles tiene un smartphone (frente al 78% de los europeos). Y lo emplea, sobre todo, para acceder al correo electrónico (87%), mensajería instantánea (82,8%) y navegar por la red.

Además, cada vez empezamos a edades más tempranas. Según el ‘Informe Mobile en España y en el Mundo 2016’, el 98% de los españoles de 10 a 14 años tiene un teléfono de última generación con conexión a Internet. Y los niños de 2 a 3 años utilizan habitualmente el móvil de sus padres.

Otra prueba de nuestra adicción al móvil es que lo comprobamos una media de 150 veces al día. Y dedicamos a esta actividad 177 minutos diarios.

Estos datos han convertido a nuestro país en uno de los más predispuestos a padecer esta dolencia del siglo XXI.

Síntomas de la nomofobia

La sensación de incomunicación, de no poder contactar con cualquier persona en cualquier momento, genera ansiedad, pensamientos obsesivos, taquicardia y dolores de cabeza y estómago.

También podemos padecer otros problemas, como inestabilidad, agresividad o dificultad para concentrarnos. Nos sentimos aislados e inquietos. No obstante, los síntomas de la nomofobia se pasan cuando volvemos a estar conectados.

Los expertos en psicología señalan que la persona con nomofobia suele ser insegura y con baja autoestima. Aunque todos nos vemos afectados en algún momento, en mayor o menor medida.

No obstante, existen dos grupos de riesgo. En primer lugar, las mujeres. Ellas padecen esta patología en mayor medida porque su necesidad comunicativa y afectiva es mayor que la de los hombres.

Por otro lado, los adolescentes. La nomofobia se produce más en este grupo de edad por su mayor familiaridad y dependencia de las TIC.

Su necesidad de ser aceptados, su dependencia de las redes sociales y su obsesión por los ‘likes’ les lleva a pasar muchas horas conectados.

La educación es la clave

Para combatir este problema de salud mental, la educación es el elemento clave. El uso patológico de las nuevas tecnologías no se previene prohibiéndolas, sino enseñando a los niños a utilizarlas correctamente.

Algunas pautas son: apagar el móvil durante las comidas, reuniones familiares y a determinada hora. No llevarlo al colegio, Y no tenerlo en la habitación, por la noche.

Aunque el trabajo en el ámbito familiar y en la escuela es fundamental, en algunos casos hay que consultar con un profesional experto en dependencia y adicciones.

Asimismo, debemos tratar el problema de fondo: la falta de seguridad personal y de autoestima.