¿Podemos hacernos adictos al like que obtenemos en Facebook o Instagram? ¿O se trata de una exageración? Cuando publicamos o compartimos algún contenido en las redes sociales, nos quedamos esperando el anhelado me gusta. Pero esta conducta, tan habitual como aparentemente inofensiva, puede causar problemas psicológicos.

De hecho, se ha convertido en un problema entre los adolescentes, que están conectados 170 minutos diarios. Una cifra que supera los 200 minutos los fines de semana… Y que, no olvidemos, es una media. Entre los jóvenes hay usuarios que pasan en Internet más de 6 horas al día.

Pero no se trata solo del tiempo que pasan ante la pantalla. A esta edad están forjando su personalidad y son más influenciables. Necesitan reafirmar su identidad, formar parte de un grupo, ser aceptados y recibir la aprobación social, así como sobresalir por encima los demás.

A esto hay que sumar los altibajos emocionales que sufren, su escasa tolerancia a los estímulos negativos, su impulsividad y ganas de experimentar nuevas sensaciones.

Gratificación inmediata

Para ellos, obtener más seguidores o me gusta equivale a más éxito, reconocimiento, popularidad y (aparente) felicidad.

Pero hay más. Un me gusta desencadena una sensación de gratificación inmediata. Cuantos más likes recibimos, más intenso es el placer, proporcionando una dosis de euforia que puede ser adictiva. Por contra, con pocos likes el sufrimiento es similar al que produce la carencia de sustancias adictivas.

Este problema puede acentuarse en adolescentes adictos al like porque las redes les permiten relacionarse y mostrarse a los demás cuando existen problemas previos como baja autoestima, timidez exagerada o rechazo a la propia imagen.

Síntomas de los adictos al like

Para detectar si nuestros hijos están afectados, debemos observar si dejan de lado sus actividades y aficiones. Descuidan o pierden interés por los estudios, extraescolares, deporte,… o bajan su rendimiento habitual. También pueden sufrir alteraciones del sueño, aislarse de sus amigos y familiares, o mostrarse más irritables.

Además, la necesidad de construir una nueva identidad y mostrar una visión idealizada de sí mismo, que provoque determinada respuesta en las redes, desencadena episodios de ansiedad y depresión. No pueden tener un mal día, porque no queda bien en la foto.

Otros síntomas que evidencian que la situación ha llegado al límite son similares a los de la abstinencia. Además de la ansiedad, aparecen la tolerancia –van aumentando progresivamente el tiempo de conexión- y el FOMO (fear of missing out): el temor a sentirse fuera o a perderse algo si estamos desconectados.

¿Qué podemos hacer?

¿Cómo hacer frente a esta situación? En ocasiones los adictos al like necesitan una intervención especializada, por las consecuencias generadas por esta conducta abusiva.

Además, debemos conocer qué personas tienen más influencia sobre nuestros hijos, a quienes siguen en sus redes o qué contenido comparten, con especial atención a las imágenes. ¿Son cada vez más atrevidas? ¿Prueban su participación en retos peligrosos?

Desde que son pequeños, es importante trabajar y reforzar su autoestima y fomentar el contacto con diferentes grupos, para que sean menos influenciables por uno. Y acostumbrarles a no obtener todo al momento. Las cosas exigen esfuerzo y dedicación.

También debemos dar ejemplo y no actualizar continuamente nuestras redes sociales con fotos y otros contenidos. No consultarlas cuando estamos con ellos, durante las comidas, antes de irnos a la cama,… Ni recurrir al móvil como niñera o para que nos dejen en un rato tranquilos.

En este artículo hemos hablado de adolescentes. Pero los adultos no estamos libres de ser adictos al like.