La excesiva subida de las temperaturas viene acompañada por otras noticias desgraciadas: los fallecimientos por golpe de calor. ¿En qué consiste este problema de urgencia extrema y cómo podemos actuar?

El golpe de calor está causado por un sobrecalentamiento del cuerpo por las altas temperaturas o una exposición solar prolongada.

Pero también puede originarse por un esfuerzo físico en ambientes calurosos, muy húmedos o con poca ventilación.

Nuestro organismo está compuesto por un 60 por ciento de agua que perdemos a través del sudor. Si no la reponemos, la falta de hidratación provoca que éste deje de funcionar correctamente.

Esto da lugar a síntomas como dolor de cabeza, agotamiento; mareos, náuseas y vómitos; calambres o debilidad muscular. Y aumento de la temperatura corporal, ya que el cuerpo no puede controlarla por las vías habituales, como la sudoración.

Cuando nuestro cuerpo supera los 40° durante períodos de 10-15 minutos, los mecanismos de termorregulación entran en shock. Se produce, entonces, el golpe de calor.

Nos encontramos ante una urgencia médica por su rápida evolución -de 1 a 6 horas- y porque puede ocasionar la muerte si no se trata a tiempo.

Síntomas de un golpe de calor

Hay que tener mucho cuidado, porque el golpe de calor no siempre se presenta en el momento. También puede darse días después de la exposición a las temperaturas elevadas.

En España, estos episodios de shock térmico se registran, sobre todo, en julio, julio y agosto, cuando rebasamos los 40°. Y estos días se están disparando las alarmas, porque son más frecuentes al comienzo de una ola de calor.

¿Cuál es el motivo? Que nuestro organismo, que necesita un tiempo para acostumbrarse a la temperatura, aún no ha establecido los mecanismos de aclimatación.

Por ello, debemos estar muy atentos a los síntomas de un golpe de calor. Los primeros indicios de alarma son los siguientes:

  • Sequedad y piel roja.
  • Calor sofocante y sudoración excesiva.
  • Mucha sed y sequedad en la boca.
  • Temperatura por encima de los 40°.

En un segundo estadio, aparecen otros síntomas como:

  • Intenso dolor de cabeza y mareos.
  • Dolor de estómago y falta de apetito.
  • Calambres y debilidad muscular.
  • Pulso rápido.
  • Ausencia de dolor y de orina.

En una tercera fase, de extrema gravedad por riesgo de colapso ante la elevada pérdida de agua corporal, podemos sufrir:

  • Náuseas y vómitos.
  • Hiperventilación.
  • Confusión y desorientación.
  • Delirio y convulsiones.
  • Desmayo y coma.

Grupos de riesgo

Cualquiera puede sufrir un golpe de calor. No obstante, la probabilidad es mayor para niños, ancianos, y personas en situación de dependencia y aislamiento social.

Otros grupos de riesgo son las personas con mucho peso; los enfermos con dolencias crónicas, como diabetes, o sometidos a algunos tratamientos (diuréticos, antiinflamatorios no esteroideos,…); y las personas con las facultades mentales disminuidas, que no pueden adoptar medidas preventivas por sí mismas.

También los deportistas de nivel y los empleados que llevan a cabo trabajos intensos al aire libre.

Como medidas protectoras, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ofrece algunos consejos para prevenir el golpe de calor. Así, debemos:

  • Beber mucha agua y líquidos, sin esperar a tener sed (salvo contraindicación médica). Evitar los refrescos y bebidas azucaradas, el alcohol, café y té.
  • Permanecer en lugares frescos y a la sombra. Y si es posible, en un sitio climatizado al menos dos horas. Muchos ayuntamientos tienen un programa para trasladar a centros de día, salas de barrio, etc. a las personas mayores en riesgo.
  • Evitar las actividades en el exterior en las horas más calurosas. Si hay que permanecer fuera, usar ropa ligera de color claro, calzado cómodo y que transpire, y un sombrero.
  • En casa, bajar las persianas, no abrir las ventanas cuando la temperatura exterior es más alta y evitar utilizar aparatos que produzcan calor en las horas más calurosas.
  • Hacer comidas ligeras para reponer las sales que perdemos por el sudor: ensaladas, verduras y frutas.

Finalmente, las personas mayores, que padezcan una enfermedad crónica o tomen medicación no deben seguir tomando sus medicamentos y consultar con su médico sobre las medidas adicionales que deben adoptar.