Las fiestas de Navidad suelen venir acompañadas de dos cosas: los propósitos para adelgazar en el año que entra (ojo, saludablemente y con la supervisión médica necesaria) y todo tipo de excesos en la alimentación.

Lo primero suele conducir a lo segundo, porque pensamos: “Ya que me voy a poner a plan, aprovecho…”. Y el resultado son digestiones pesadas, ardor de estómago, gases, vómitos y uno o dos kilos extra sobre los que ya teníamos.

Por este motivo, hoy te traemos varios consejos que te ayudarán a cuidarte durante estos días en los que ingerimos más grasas y alcohol de los debidos, y que beneficiarán a tu salud en general.

Cocina sana

En primer lugar, hay que cuidar la preparación de los platos. Podemos decantarnos por pescados o carnes magros, como el besugo, el pollo, el pavo, el conejo,… que tienen proteínas de buena calidad. Es mejor guisarlos o asarlos en el horno, con un poco de AOVE y vino blanco, y prescindir de salsas, rellenos y patatas fritas. Mejor una guarnición de verduras y hortalizas.

Como aperitivo se puede poner marisco, que tiene pocas kilocalorías si se toma cocido o al vapor, y/o embutidos como el jamón o caña de lomo. También son muy típicos en estas fiestas los espárragos y el consomé, que se puede preparar con antelación y conservar en la nevera para poder retirar la costra de grasa.

Otra clave para cocinar sano en Navidad es elaborar postres caseros, en los que se puede controlar la cantidad -y calidad- de azúcar y grasas. Y servir una fuente de fruta antes de los dulces.

Además de lo comentado hasta ahora, la moderación es fundamental en las comidas navideñas. Es mejor servirnos porciones pequeñas o medianas y no repetir plato. Y, por supuesto, controlar la cantidad de alcohol y de refrescos azucarados.

Compensar los excesos

Antes de ir a comer o a cenar, podemos tomar un pequeño tentempié, como un yogur, una fruta o un huevo cocido, para no llegar al encuentro con hambre y ansiedad. Tenemos que comer despacio, ya que el cerebro tarda unos 20 minutos en recibir la señal de saciedad, y compensar a lo largo del día los excesos realizados.

¿Cómo? Primero, olvida el truco de no comer el resto del día para equilibrar los excesos de la cena de Nochebuena o la comida de Navidad. Con esta idea tan absurda, además de privar a tu organismo de los nutrientes que necesita para funcionar a lo largo del día, éste será más eficiente a la hora de almacenar grasas. Y llegarás a la comida con más hambre y comerás más.

Es preferible tomar una comida ligera, a base de verdura y pescado a la plancha, o una fruta y un yogur para cenar. También hay que aumentar la toma de líquidos para ayudar a eliminar la retención que producen los banquetes y mitigar la deshidratación por consumo de alcohol.

No dejes la bandeja de los turrones y las peladillas sobre la mesa, porque acabarás picoteando cada vez que pases y desayunando polvorones, porque los tienes delante. Y congela las sobras del convite o repártelas entre los invitados.

Finalmente, hay que moverse más. Aprovecha los días y mini-vacaciones de Navidad y Año Nuevo para caminar. Si puedes, realiza las visitas familiares andando, sal de excursión con los niños, bájate un par de paradas antes del metro cuando vayas al centro o de compras… Tu cuerpo te lo agradecerá.