Las enfermedades degenerativas suelen ser especialmente duras tanto para el paciente como para sus seres queridos. En el caso del Alzheimer, esa pérdida progresiva de funciones neuronales conlleva una desconexión gradual con el entorno y un aumento de la dependencia. ¿Qué podemos hacer para procurar los cuidados necesarios al enfermo y al mismo tiempo vigilar nuestro propio bienestar?

Aunque los antiguos griegos ya hablan en sus escritos médicos de demencia senil asociada a la edad, no fue hasta principios del siglo XX cuando el psiquiatra Alois Alzheimer hizo un estudio en profundidad de una paciente y dio nombre a la enfermedad. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa que origina un deterioro en las facultades psíquicas de la persona afectada.

El primer síntoma es la pérdida de memoria, lagunas y olvidos. Poco más tarde llegan otros síntomas como la imposibilidad de aprender cosas nuevas, recordar o pensar con lógica. Se dejan de reconocer caras, voces y a familiares directos. Además, todo esto lleva acompañado cambios de humor, personalidad, afectividad y emocionales que hacen aún más difícil la tarea del cuidador sobre todo si es familia directa.

Consejos en los cuidados de un paciente con Alzheimer

La vida de paciente y cuidadores cambia el mismo día en el que es diagnosticada la enfermedad. Dado que el Alzheimer presenta sus síntomas de manera gradual, conviene acometer estos cambios conforme se vayan presentando. Insistimos en que el proceso es duro tanto para el enfermo como para los familiares que se van a encargar de su cuidado.

Lo primero será crear un entorno seguro: quitar obstáculos, ocultar cables, acolchar esquinas o salientes y eliminar objetos peligrosos.

Es muy recomendable cerrar las puertas de la calle y los accesos a terrazas o piscinas de manera que el enfermo no pueda salir sin compañía ya que una vez fuera podría sufrir desorientación o accidentes. Asimismo, deberemos eliminar los cerrojos en habitaciones y aseos para evitar que pueda encerrarse.

Colocar un reloj y un calendario con la fecha actual siempre a la vista ayudará a la orientación temporal.

Hay que hablar sin subir el tono, no hay que corregir siempre las palabras incorrectas ni terminar las frases que se quedan a medias. En lugar de eso, es mejor buscar formas de ayudarles a encontrar los términos que se le resisten (señalando objetos, preguntando o repitiendo sus últimas palabras). Si se producen preguntas repetitivas no sirve de nada enfadarse ni razonar: lo mejor es volver a responder siempre de manera clara y concisa.

Se deben de establecer unos hábitos diarios de higiene y ejercicio, a ser posibles siempre dentro del mismo horario, y convertirlos en divertidos y relajantes.

Buscar ayuda

Para poder llevar a cabo la labor del cuidador es muy importante disponer de ayuda que nos permita descansar, desconectar o incluso delegar temporalmente en profesionales, amigos o familiares aquellos días en los que suframos sentimientos que pudieran interferir en la comunicación con el paciente (enfado, tristeza, mal humor,…).

Existen multitud de clínicas en las que se ofrecerán los mejores cuidados para nuestros familiares enfermos de Alzheimer. Mucha de la información aquí reunida ha sido obtenida precisamente del blog de Grupo Casaverde, la empresa que gestiona el grupo de Residencias de Ancianos Casaverde.