Cuando termina el invierno, algunas personas se sienten más tristes y cansadas de lo habitual. También sufren pérdidas del apetito, del deseo sexual, o de concentración y memoria, así como cambios de humor. Padecen astenia primaveral.

Estos síntomas, sin motivo aparente, surgen con el cambio de estación. No se corresponden con los de una enfermedad al uso, ni con un trastorno psiquiátrico. Y generalmente no precisan tratamiento médico.

El término “astenia” significa cansancio, y describe la sensación de fatiga y debilidad que invade a quienes la padecen. La causa podría ser su mayor vulnerabilidad frente a los cambios climáticos.

El aumento de las horas de luz y de la temperatura por el cambio de estación, y los cambios en la presión atmosférica, reducen la secreción de endorfinas, las hormonas del bienestar. También alteran la producción de melatonina, hormona que regula el sueño.

El cambio de horario y, consecuentemente, de rutinas –salimos más y hasta más tarde- también altera el funcionamiento del organismo.

No obstante, la medicina clásica no reconoce este cuadro clínico. Y vincula los síntomas de la astenia primaveral a los de otras enfermedades, como alergias o trastornos respiratorios.

Cuidar la dieta

Reconocida o no, lo cierto es que hay personas que se adaptan mejor a estos cambios. Y otras que sienten que les falta la energía para desempeñar las tareas más cotidianas. Las personas con alergia y/o estrés se ven más afectadas.

Las molestias producidas por la astenia primaveral son leves y pasajeras. No obstante, algunos consejos nos ayudarán a encontrarnos mejor, mientras el organismo se autorregula y adapta al cambio.

En primer lugar, debemos llevar una dieta equilibrada, que nos permita tener más energía y también fortalecer nuestras defensas.

Realizando cinco comidas al día, evitaremos las bajadas de glucosa y la consecuente sensación de fatiga. Y para empezar el día, nada mejor que un buen desayuno que nos ‘cargue las pilas’ para afrontar la jornada.

Tenemos que incrementar la ingesta de frutas, hortalizas y verduras. Sobre todo, de aquellas que nos aportan energía y son ricas en antioxidantes, como las naranjas, el tomate y los frutos rojos.

Asimismo, hay alimentos que mejoran la producción de serotonina, como los cereales integrales, el aceite de oliva virgen extra, el pescado azul o las nueces.

También es importante evitar los platos precocinados y preparados, los fritos y los alimentos grasos. Y tomar dos litros de agua al día.

Otros consejos

Además, para hacer frente a la astenia primaveral debemos intentar dormir ocho horas al día, manteniendo nuestro ritmo y horarios habituales. Tenemos que procurar acostarnos y levantarnos a la misma hora.

Otro buen consejo es practicar ejercicio moderado durante 30 minutos al día, puesto que esta actividad aumenta la secreción de endorfinas. Además, nos permite ir venciendo el ‘bajón’ de ánimo y la desmotivación.

Como hemos mencionado, la astenia primaveral es un trastorno transitorio. Si notas que la sensación de fatiga o tristeza perdura en el tiempo, debes consultarlo con tu médico.

No debemos confundir la astenia primaveral con el TAE (Trastorno Afectivo Estacional). En este caso, nos encontramos ante una enfermedad psiquiátrica reconocida: un tipo de depresión que se intensifica en los meses de inverno o de verano.